lunes, 18 de septiembre de 2017

Mi barco volador



¡Vira, galera, hacia donde
nazcan las aguas, azar
que entre los cielos se esconde!
¡Vuela, galera, al zarpar,
henchida tu vela en revancha,
que nunca la mar fue tan ancha
ni tan bravo y vasto mi hogar!


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domingo, 3 de septiembre de 2017

Recopilatorio del Camino

Buen Camino I. Villares de Órbigo – Astorga



Se extiende el océano yermo
hasta donde alcanzan mis piernas.
Apenas alguna rocosa
ballena asoma su loma,
varada perpetuamente
al estío de la ausencia.
Se apilan palabras de piedras,
frutos en la tierra cansada,
a la orilla de mis pasos.
Dibujan nombres, guías, ánimos.
Son versos de mis hermanos
para volverse eternos
en el breve trecho
que no compartimos.
Proclaman la fuerza
de las almas errantes
en el polvo y el tiempo.



Buen camino II. Astorga – Foncebadón



Resuenan mis pisadas
con ecos extranjeros.
Será que los locos
– según parece –
somos raza universal.



Buen camino IV. Ponferrada - Pereje



Discurre la sombra
paciente sobre la piedra.
Se apaga el tiempo, mecido
bajo las alas del oeste.
Nos sabemos madera,
cada vez más repletos
de hojas, con raíces
que nos trasplantan gastadas
de bosque en bosque,
para posarse
con rumbo imantado
donde todo árbol
se pensó algún día.



Buen camino VI. O Cebreiro - Triacastela



Quise hundir el agua
en la tierra, en la noche
pagana, en el rayo
y la niebla.
Y la tierra escucha,
y conoce, y recuerda
con incienso en las ramas
más sumidas del bosque.
La tierra sabe y responde,
y cuenta en la hierba
a quien se enrede,
y duerme
en los mantos de silvas.
La tierra es húmeda y entiende
el agua, y la llora
aunque tú no sepas.
La tierra abraza
cuando el ojo guarda.



Buen camino Δ. Santiago



Reposa la carne
en la piedra anciana
y el alma hambrienta
sobre tantos hombros…
Se derrumban los huesos,
los cayados, los párpados.
Se derriban las puertas
del último pasillo
en nuestra casa de aire.
Me alcanzan vuestros ojos
andantes de bosque y desierto,
vuestros brazos repletos
de brazos ajenos.
Es el fin del horizonte
que converge en nuestras huellas,
y perdura fraterno
resguardado en el aliento.
Somos bien venidos,
astillas en la hoguera
de la que hemos nacido.


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