Amanece el deseo inabarcable
recostado al colchón de la falacia
que aceptada por mera democracia
asevera una meta inigualable.
Y en la misma oratoria (in)cuestionable,
se oscurece una suerte de desgracia
que ataviada en su equívoca eficacia
fagocita todo acto memorable.
Y es engaño, y es burla de trilero
incapaz de burlar su propia ausencia
la existencia del culmen y del cero
o el agüero en acervo o en carencia.
No hay un todo, ni un nada, ni un bastante,
no hubo un antes, no habrá un lo que vendría,
nunca habría dispar ni semejante
en la ausente o fugaz tautología.
Cabe solo una idea en un momento,
un latido sin tiempo y oscilante
desarmado de ostento y argumento.